>>>pearl_jam_en_la_ruta Vedder
no puede contenerse e intenta, una vez más,
cambiar algo en la vida de la gente.
En
la apertura de su gira mundial en Hawaii, Pearl
Jam dejó de lado los enfrentamientos y se
dedicó a la música. Sobre el escenario del
Centro Cultural y Artístico Maui de Hawaii, en
la noche debut de la primera gira mundial que
Pearl Jam encara en cuatro años, Eddie Vedder
dijo al público: "Quiero que esta noche sea
perfecta. He estado esperándola mucho, mucho
tiempo." Pearl Jam ha aprendido algo durante
todos estos años en los que luchó contra el
negocio de la música: nunca nada sale como fue
planeado.
Esa
noche no fue perfecta: la banda estaba nerviosa,
hubo largas esperas entre una canción y otra,
Vedder le dedicó tanto tiempo a hablar como a
cantar y, para colmo, fue necesario interrumpir
el show para reforzar una de las vallas de
seguridad. Después de un "Jeremy"
bastante desprolijo, Vedder balbuceó una
disculpa: "No fue la mejor versión de ese
tema". Pero cuando terminó el recital, en
camarines, lo pensó dos veces: "Después de
todo, no estuvo tan mal".
Stone
Gossard, el guitarrista, quiso ir aun más allá:
"Estuvo muy bien".
Ningún miembro de la banda parecía demasiado
preocupado. Todos se limitaron a decidir que la
próxima presentación sería mejor. En sus ocho
años de existencia, Pearl Jam ha aprendido que
no siempre se puede ser honesto en todo: a veces,
hay que pelear por lo que a uno le interesa con
otras armas. Pero en el negocio de la música
existen demasiadas peleas: por los sobreprecios
de las entradas, por las remeras, por el
estacionamiento, etcétera. Hay que luchar contra
los planes de marketing de las empresas
grabadoras, que exigen a las bandas -que sólo
quieren hacer música- que filmen videos, que
concedan entrevistas o, inclusive, que se
muestren en centros comerciales. Y también hay
que pelear contra la producción y la
distribución musical que se concentran en
grandes conglomerados económicos
internacionales, cuyo destino se decide en Wall
Street.
A
veces hay que tragarse la dignidad y limitarse a
hacer música. Usando la misma palabra que
eligió Pearl Jam para el título de su quinto
álbum, es necesario ceder (Yield)
y olvidar la pretensión de cambiar las cosas,
según dice la letra de "No Way".
En
1994, Pearl Jam era la banda de rock más grande
del mundo. Sus integrantes decidieron sacarle
provecho a ese podio y disputarle al monopolio
Ticketmaster la distribución de las entradas
para sus conciertos. Hoy, Ticketmaster sigue
siendo un monopolio y Pearl Jam ya no es la banda
de rock más grande del mundo. (Más todavía, el
año pasado estuvo a punto de disolverse.) En
catorce de las 33 presentaciones que hicieron en
la última temporada, debieron aceptar los
lugares que les ofrecía Ticketmaster.
Cuando
les pregunto si el trabajo duro y los abundantes
problemas por los que pasó la banda produjeron
algún cambio, el bajista Jeff Ament suspira:
"No creo, cuando ponés un poco de distancia
y observás el lugar que ocupamos dentro del
panorama general, te das cuenta de que lo máximo
que podemos hacer es mantener una buena
comunicación entre nosotros y hacer la mejor
música que podamos. Tendremos que enfrentar este
asunto de la distribución de entradas, pero no
vamos a permitir que eso nos abrume."
¿Es
posible que una sola banda logre cambiar las
cosas? Pearl Jam responde que no. Esto queda
claro no sólo en la letra de No Way,
sino en muchos otros temas del álbum que se
refieren a la evolución y al lugar que le
corresponde a la humanidad en la inmensidad del
universo. Dos ejemplos de este escepticismo son
la letra sarcástica de "Do the
Evolution" y la filosofía que revela
"Bush Me, Push Me".
"Pasé
mucho tiempo en zonas boscosas, o en la
montaña", agrega Ament, "y empecé a
darme cuenta de que no soy tan importante como
creía cuando tenía veintiocho años."
Lo
que Ament y el resto de la banda todavía no han
comprendido es que, si bien el monopolio de
Ticketmaster conserva su poder, el grupo ha
cambiado cosas en la mente de su audiencia. En
lugar de aceptar la existencia de Ticketmaster
sin cuestionarla, muchos seguidores del grupo
asocian hoy esa empresa con la estafa y la
especulación. Interrogados a la salida del
Centro Artístico acerca del rol que Pearl Jam
jugó en este asunto, los fans dan una respuesta
exactamente opuesta a la de Ament. Uno de ellos
dice: "Creo que ellos sí cambiaron muchas
cosas. Crearon conciencia, y ese es el primer
paso. Se enfrentaron a un gigante y perdieron
sólo el primer round."
No
obstante, para los Pearl Jam no habrá segundo
round. Han decidido dedicarse exclusivamente a la
música, ser una simple banda que toca en bares y
pubs y disfruta zapando. "Creo que ya ha
pasado lo peor y han vuelto a ser un grupo",
comenta Kelly Curtis, su manager. "Me parece
que siempre trataron de hacer las cosas bien. Y
esto es muy difícil en el negocio corrupto de la
música. Ahora hacen lo mismo que todos: salen y
tocan".
Esto
es precisamente lo que Pearl Jam practica en la
segunda noche de su presentación en Hawaii, bajo
una carpa blanca en la que caben 4400 personas.
En lugar de hablar y tratar de asegurarse de que
el público está pasándolo bien, Vedder se
dedica a cantar. Desde los costados, lo observan
Neil Young y su familia, Chris Cornell y su
esposa, la madre y la mujer de Vedder. La banda
intercala las canciones favoritas de los fans,
como "Even Flow", "Better
Man" y "Alive", con otras de No
Code y de Yield.
El guitarrista Gossard y Mike McReady tocan más
sueltos y a mayor volumen que cuando fueron
soportes de los Rolling Stones, en noviembre
pasado, aunque no tan sueltos
como la noche anterior.
La
banda le rinde homenaje a Young con una versión
densa y tortuosa de "I Got Id". Y
terminan "Wishlist" agregando un nuevo
verso, inspirado sin duda en un día que Vedder
pasó haciendo surf "Querría ser una ola de
doce metros / que rompe en la costa norte. / Eso
querría. / Eso querría. / No puedo pedir nada
mejor."
Pero
aún cuando los integrantes de Pearl Jam han
aprendido que ellos y su música significan poco
dentro del panorama general, el hecho de aceptar
esta situación y vivir en consecuencia es algo
que está fuera de su naturaleza humana. Cuando
un fan les alcanza al escenario una especie de
estandarte enrollado, ellos lo despliegan.
"Salven a Maalea", dice el cartel.
Están protestando por la construcción de un
puerto en ese lugar. Después de felicitar a los
autores del mensaje que ahora llega a 4400
espectadores, Vedder no puede contenerse e
intenta, una vez más, cambiar algo en la vida de
la gente. "No se queden con esto",
dice. "Sigan adelante. Quemen algunas
grúas, hagan algo. Y digan que yo se los
sugerí."
por Neil Strauss
revista "rolling
stone" nº 1
abril de 1998
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