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[ NOTA: ALANIS MORISSETTE ]

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En el comienzo fueron días de furia. Pero a cuatro años de la aparición de Jagged Little Pill, aquel álbum que la consagró como estrella internacional y que fue distinguido con el Grammy, la cantante canadiense se ha vuelto más intimista e introspectiva. Después de disfrutar de lo que ella denomina una "siesta conceptual", que aprovechó para relajarse y viajar, está de regreso con Supposed Former Infatuation Junkie, un disco en el que vuelve a examinar los grandes temas que inquietan al hombre, aunque esta vez con una actitud mediativa y espiritual.

Es el día anterior al lanzamiento de Supposed Former Infatuation Junkie, el esperado álbum que sucede a Jagged Little Pill, aquel disco de 1995 que fue multiplatino y ganó el premio Grammy. Sentada en posición de yoga sobre un colchón de plumas, Alanis Morissette (24 años) descansa en la casa luminosa y apenas amueblada que alquila en una playa de las afueras de Los Angeles. Escaleras abajo hay una escalera de ping-pong. A espaldas de la cantante, una ventana panorámica deja ver arena, cielo y una sugestiva formación rocosa. Ella tiene el pelo peinado hacia atrás y lleva puestos una musculosa lila y jeans, en los dedos de los pies hay restos de esmalte dorado para uñas y en uno de los hombros asoma un bretel del corpiño blanco. Su actitud es tan serena que explica por qué Kevin Smith, el realizador de Chasing Amy, la convocó para representar el papel de Dios en Dogma, película en la que Matt Damon y Ben Affleck son dos ángeles expulsados del Paraíso. Morissette tiene esa postura mansa y atenta que sólo se observa en los bailarines y en los tímidos animales silvestres de los dibujitos animados de Disney.

Está claro que Supposed Former Infatuation Junkie (Supuesta ex adicta al apasionamiento) mantiene una asociación artística con Jagged Little Pill. El título hace referencia al primer simple del álbum anterior de la cantante, el obsesivo "You Oughta Know". (Dado que la canción hacía mención al sexo oral, los medios masivos no le concedieron un gran significado y quedó sentado un precedente.) Un poco más exuberante y con tenues influencias orientales, la nueva placa retoma muchos de los temas que aparecían en Jagged Little Pill, aunque esta vez los aborda desde una perspectiva más espiritual y positiva: la presión y la inseguridad que se ocultan tras el perfeccionismo, los residuos de relaciones sentimentales que no funcionan, la búsqueda de la autocomprensión.

Una de las cosas que diferencia a Morissette de otras cantautoras veinteañeras, con las que a menudo se comete el error de asociarla, es que escribe desde el punto de vista de una persona que busca sentidos en un mundo que sí tiene sentido. Alanis no exhibe esa furia típica del punk rock que induce a mandar todo a la mierda; más bien, está en contacto con su ira.

Morissette nació en Ottawa y aunque allí vivió desde los 6 años. (Antes, su familia residió en varios lugares, incluida Alemania.) Tiene dos hermanos: uno mayor y uno mellizo. Sus padres —Alan, franco-canadiense, director de un colegio secundario, y Georgia, húngara y maestra— aparecen en tiernas canciones del flamante álbum. En "The Couch" (El diván), la cantante imagina cuáles son los sentimientos de su padre acerca de la psicoterapia; "Heart of the House" (Alma de la Casa) es un homenaje a su madre, hasta ahora el eje silencioso y anónimo de la vida familiar.

Una especie de niña prodigio de la música, Morissette comenzó a componer canciones a los 9 años. Meses después pasó a integrar el elenco de You Can't Do That on Television, un programa de púberes con inclinaciones posmodernas que contaba con un bloque en el que siempre empapaban a alguien con barro. Ella representaba el papel de "Alanis", la chica a quien pretendían los dos protagonistas, por lo que sus contemporáneas le escribían millones de cartas cargadas de odio. (Tal vez se deba a esto que a los 16 años, cuando se convirtió en la estrella canadiense de la música pop, Morissette quiso evitar que la atención se centrara en sus conquistas musicales, para así no enfrentarse con sus compañeras de colegio.)

Con el dinero que le proporcionó la televisión, Morissette creó su propio sello discográfico y lanzó su primer simple: "Fate Stay With Me". Luego firmó un contrato con la compañía discográfica MCA / Canadá, que le permitió editar dos discos de dance-pop: Alanis, de 1991, por el que mereció el premio Juno (el equivalente canadiense del Grammy) a la Artista Femenina Más Prometedora, y Now Is The Time, de 1992, que frustró aquella promesa con una venta de apenas 50 mil copias.

En busca de una nueva orientación musical, Alanis se mudó a Toronto y luego a Los Angeles. Allí se asoció con Glen Ballard, su coproductor y coescritor, un veterano del mundo musical que ha trabajado con artistas que van desde Michael Jackson hasta Wilson Phillips. El resultado fue Jagged Little Pill, con su sonido atractivo y sensual, disco que se abrió paso entre las críticas hasta alcanzar ese tipo de éxito masivo (28 millones de copias vendidas en todo el mundo) que no se puede predecir ni explicar demasiado bien.

Morissette y Ballard hicieron Supposed Former Infatuation Junkie con el mismo vértigo que los impulsó durante el trabajo anterior: grabaron diecisiete temas en seis semanas. "Lo escribí casi como Jagged Little Pill; todo se hizo muy rápido", comenta Alanis. "Trabajaba sola o con Glen; escribía todo al mismo tiempo, ya fuese en bajo, en guitarra o en piano: la letra y la música, juntas. Grabábamos casi todos los temas enseguida, sin pausa, con la retención de conservar el espíritu original. Cada tanto yo escribía una letra —o un poema o como se diga cuando un texto no tiene música— y la llevaba al estudio."

El resultado es un río de temas intimistas, cuya fuerza reside en la sensación de proximidad que provocan en el oyente. Como en su obra anterior, Morissette tiende a escribir canciones sobre temas importantes —la gratitud, los motivos para seguir viviendo, la relación del hombre con Dios— y lo hace sin vergüenza. Esto demuestra ganas de revelar los pecados, pero en su caso también descubre el deseo de mostrarse de una manera franca. Las letras son tan básicas y tan específicas que, aunque parezca extraño, logran ser a un tiempo universales y confidentes, cercanas a la autorrevelación. "¿Todavía estás enojado porque te eché de la cama? ¿Todavía estás enojado porque te di un ultimátum? ¿Todavía estás enojado porque te comparé con todos mis amigos de 40 años?", empieza una canción.

Durante el año y medio que transcurrió desde que concluyó su año y medio de giras para promover Jagged Little Pill, Morissette viajó a la India y a Cuba, se entrenó para intervenir en tres competencias atléticas y, durante ese paréntesis, se planteó si quería regresar a su vida pública. ¿Cuánta es la presión que le impuso Supposed Former Infatuation Junkie? "No siento ninguna presión", asegura.

Está sentada en la luz blanca de la habitación, apenas amueblada con un diván y una mesa; sobre ésta hay un pack de seis bebidas de mandarina y un libro acerca del I Ching. "Sentí presión antes de escribir. Para mí, el desafío era comprobar si era capaz de concebir otro disco cuando mi entorno, mi estilo de vida y mi situación personal habían cambiado totalmente. Durante las primeras dos semanas sí sentí presión, y me detuve. Le dije a Glen: <<Después vuelvo; me voy.>> No quería escribir un álbum que fuera impulsado por el miedo, sino por la inspiración y el amor. Si las letras se refieren al temor, prefiero que sean consecuencia del amor. Me fui de viaje, volví y compuse <<That I Would Be Good>>. Y ésa fue una canción, digamos, crítica: me convenció de que no tenía la obligación de llevar adelante este disco. Yo quería desear componerlo. Y ahora siento que terminé y que el resto ya no depende de mí. Quiero decir: voy a tocar, voy a cantarlo en vivo y voy a conectarme con quien quiera conectarse conmigo. Pero lo demás ya no está en mis manos."

Apareciste desnuda en el video de "Thank U". ¿Por qué?

Se me ocurrió mientras me bañaba, cuando todavía estábamos masterizando el disco. Estaba desnuda, obviamente, y en ese momento pensé que quería algo muy crudo. En los últimos años cambié el modo de ver mi cuerpo: ya no lo observo sólo como un adorno, en parte por mi entrenamiento para la competencia atlética. Ahora, lo que soy por dentro determina el modo en que veo mi cuerpo, y no al revés. Porque había experimentado los dos extremos: el de entenderlo sólo como una presencia estética y, después, el de vestirme con enteritos, algo que hice durante dos años. Ahora estoy en el medio de ambos extremos.

Hablemos de tu infancia. ¿Cuál es tu primer recuerdo?

Cuando vivía en Alemania, a los 3 o 4 años... Recuerdo que estaba en el jardín de infantes con mi hermano mellizo y pensaba que si me tapaba los ojos con las manos nadie podía verme. Me acuerdo como si fuera hoy.

Y el hecho de que quisieras taparte para que no te vieran, ¿no nos resulta algo... revelador?

Si queremos que sea revelador, es revelador, y si no, no lo es. Creo que el momento que más disfruto es cuando sí siento que me ven, y cuando tengo el privilegio de poder ver a otra persona. Me parece el mejor regalo que podemos brindarnos.

Es una especie de contradicción: por un lado querés que te vean y por otro te ponés ropa suelta y dejás que el pelo te tape la cara.

Bueno, el hecho de que te vean es tan estimulante como atemorizante. Que te vean otros, antes de que vos puedas verte a vos misma, da mucho miedo.

¿Te acordás de tu primer beso?

Sí. Fue a los 13 años. Es decir, el primer beso en serio. Porque el primero en verdad fue a los 6: un beso en la mejilla, aunque para mí él era mi novio. Se llamaba Jeffrey y me da mucha intriga saber dónde está hoy y qué ha hecho de su vida.

¿Y quién de los dos inició el romance?

Ambos estábamos igualmente enganchados. Era bárbaro. Ese chico es el patrón con el que mido a todos los hombres. La relación duró muchos meses. Y éramos exclusivos el uno para el otro. Y el de los 13 años... Estábamos por entrar en el aula, al pie de una escalera, y se acercó y me besó. Fue muy emocionante. Hacía un año que estaba loca por él.

Debe ser difícil ser varón cuando hay que dar el primer paso, ¿no?

Me parece que ahora hay más mujeres dispuestas a darlo. Durante estos últimos años llegué a un punto en que doy el primer paso, y no me preocupa.

¿Y qué resultados obtenés?

Bastante buenos. La experiencia me indica que casi nunca ocurre el primer beso si las dos personas no están listas. No es cuestión de agarrarle la cabeza a alguien y decirle: "No sé si tegusto, pero te lo voy a encajar." Por lo general, uno se da cuenta.

Como ex niña estrella, ¿qué imagen del "glamour" perseguías cuando empezaste tu carrera?

No perseguía tanto el glamour en sí, con los diamantes y las estolas de piel, sino la felicidad que creía poder alcanzar. Y gran parte de la fuerza que me impulsó provenía del hecho de saber que podía transmitirle cosas a mucha gente.

¿Cuáles son las ventajas de la fama, además de tener mesas de ping-pong en todas tus casas?

En realidad, en la otra casa que tengo en Los Angeles no hay una mesa de ping-pong, aunque sería una buena idea. Una de las ventajas que noté es que la fama es un buen parámetro para averiguar con qué tipo de persona estás. Se pueden decir muchas cosas acerca de una persona sin tener que pronunciar ni una palabra. Sólo hay que ver qué actitud adopta frente a la fama.

¿Por ejemplo?

Cuando una persona pretende algo de mí, o dice sentirse mejor sólo por estar algún tiempo conmigo (pese a que no podríamos siquiera mantener una conversación), en realidad siente que sólo puede ser valiosa cuando está al lado de alguien famoso.

Es una actitud parecida a la que vos misma tenías: que serías más valiosa si estuvieras en contacto con tu celebridad.

Exacto. Y el encanto de haber entendido ese funcionamiento en mí es que ahora lo entiendo en los demás. De modo que, por más que sea frustrante, no me enoja. Ahora soy mucho más compasiva con los demás.

No sé... Apostaría a que siempre fuiste compasiva con los demás, y que lo que aprendiste es a ser compasiva con vos misma. ¿Y cuáles son las desventajas?

La desventaja solía ser (porque no es algo que me suceda en la actualidad) que en algunas ciudades, en especial en aquellas a las que iba a hacer shows, no podía caminar por la calle ni mirar a la gente a los ojos sin bajar la vista. Antes me encantaba caminar, mirar a las personas y conectarme con ellas. Podía suceder que los demás me observaran por un sinnúmero de motivos, pero jamás porque me reconocieran. Ahora, cuando me miran, siempre dudo si me reconocen o si nada más miran a una mujer de pelo castaño que pasa por la calle. Extraño esa sensación de vivir en una comunidad en la que todos se sienten iguales.

Supongo que no buscaba este tipo de éxito.

¿Cómo se lo puede buscar? O sea, uno lo puede imaginar, pero no me parece que lo pueda crear.

Cuando terminaste la gira de "Jagged Little Pill", tu agente de prensa dijo que volverías al estudio inmediatamente.

Y esa también era mi intención. Pero creo que no comprendí la cantidad de cosas que necesitaba procesar antes de regresar a la sala de grabación.

Seguro que precisabas dormir la siesta.

Una siesta conceptual que duro un año y medio, pero que fue muy necesaria. Sin embargo, siento que, en un plano completamente distinto, trabajé más durante este año y medio que durante el año y medio que estuve de gira.

¿Qué tipo de trabajo?

Trabajo emocional y espiritual y... trabajo de investigación, ¿no? Quería volver al punto donde había empezado, para ver si realmente deseaba seguir haciendo esto. Si debía deshacerme de ciertas cosas, quería hacerlo, y si debía cuestionar otras, también. Y si eso significaba que no compondría otro disco, estaba dispuesta a aceptarlo, a abandonarlo todo. Así que paré. Y llevé la vida que quería llevar al margen de la profesión, porque desde los 9 años estuve concentrada en mi música. La música siempre fue mi prioridad. Nunca había investigado seriamente cómo sería mi vida en caso de que decidiera invertir mis prioridades. Así que me alejé de la vida pública y leí y viajé.

¿Adónde viajaste?

A la India. También a Canadá, varias veces; y estuve en la ciudad de San Francisco, que me encanta. Y viajé a Cuba. Fuimos en banda: artistas, actores, gente de la política e inversores, como parte de una especie de intercambio cultural. Yo era la única canadiense, así que para mí, obviamente no fue un golpe maestro como lo fue para ellos —porque yo podría haber ido cuando quisiera—, pero resultó impresionante experimentar el viaje desde el punto de vista de los norteamericanos.

¿Quiénes eran los inversores? No, es un chiste... ¿Quiénes eran los actores?

Obviamente, ya sabés.

No tengo la menor idea.

La gente suele hacer esa pregunta, porque uno de los que viajaron fue Leonardo Di Caprio. Pero había muchos más. Éramos como veinte.

Y cuando fuiste a la India, ¿lo hiciste sola o con otras personas?

Fue un regalo de Navidad para mi mamá y dos de mis tías, así que fuimos todas juntas.

Ese viaje dejó sus huellas en el disco. Me hizo acordar a Led Zeppelinn en la época de "Kashmir". ¿Fue deliberado?

No. Siempre me he sentido inclinada hacia los acordes menores y últimamente se dice que mi tendencia a esos sonidos es consecuencia de mi viaje a la India. Es posible que, de una manera inconsciente, algunos efectos de ese viaje hayan llegado al disco, pero es probable que el resto no tenga nada que ver con la India. No expresa más que mi gusto por los cambios de acordes.

Bueno, a la gente le gusta encontrarle un motivo a todo, aunque supongo que el sonido no necesariamente tiene motivos. ¿Te parece que el disco es "acerca de" algo en especial? Me parece que la respuesta será, otra vez, Leonardo Di Caprio.

Correcto. Creo que no debemos buscar fuera de nosotros para saber quiénes somos. Y que el hecho de estar en distintos ámbitos que concuerdan con quienes pensamos que somos —o que no concuerdan para nada— nos ayuda a seguir definiendo quiénes somos, nuestra identidad. Por no decir que, para mí, una vez que creemos saber quiénes somos tendríamos que escondernos en la cima de cualquier montaña y no volver a funcionar en el mundo físico nunca más.

¿Tal vez porque te definieron tan agresivamente durante un año y medio, a partir de "Jagged Little Pill"?

No sólo durante un año y medio: durante veinticuatro años.

Varias veces dijiste que cuando eras chica te sentías muy presionada.

Me refería a que todos me decían que, para ser aceptada, debía ser amable e inteligente; ya fuera en respuesta a los boletines de calificaciones o cuando hacía algo por lo que me elogiaban mucho. Y, obviamente me sentía satisfecha cuando me elogiaban mucho, y cuando no lo hacían, no. Cuando era servicial, protectora y maternal, me levantaban el pulgar, y cuando no era así me consideraban un poco egoísta. Yo sentía que tenía que hacer de madre de, prácticamente, todos los hombres de mi vida: mis hermanos, mi papá, los hombres que trabajaban conmigo, los hombres que estudiaban conmigo.

¿Te asustabas de chica? ¿Tenías miedo, por ejemplo, de que tu placard fuese la entrada a un infierno, como el Colegio Sunnydale de la serie "Buffy, la cazavampiros"? Perdón, no mirás televisión, ¿no?

No.

Qué poco norteamericana... pero, dado que sos canadiense, está bien. Sin embargo, ¿tenías miedo de esas cosas, además de los otros rumores, más usuales, más emocionales?

Sí. Tenía miedo de mi sótano. Pero más que nada tenía miedo de mis emociones y de lo intensas que eran y de mi sensación de estar, a veces, completamente fuera de control. También frecuentaba círculos en los que yo era mucho más joven que los demás, así que me movía como si tuviera 40 años, cuando en realidad tenía 13.

El sueño de cualquier adolescente de esa edad, en cierto sentido.

Sí, era mi sueño, y me entusiasmaba estar ahí, pero no era un lugar tranquilo. Pasaban por alto mi inmadurez emocional porque veían que era capaz de mantenerme firme en ámbitos empresariales. Y era raro, porque muchas veces quería recordarles mi edad para que me pusieran un poco a raya, pero al mismo tiempo no quería recordárselas porque me encantaba estar en la misma frecuencia que ellos y que me trataran como a un par. Así que no se las recordé, cuando probablemente hubiera sido mejor que lo hiciera.

¿Qué artistas te influyeron en esa época, cuando crecías?

Escuchaba a todos, desde Abba —mucho— hasta Carole King.

La verdad es que no noto la influencia de Abba en tu trabajo.

¿Ah, no? Yo sí. La melodía que tenían y ese elemento descaradamente pop... me encantan. Cuando era más chica escuchaba a Bob Dylan, pero más porque lo escuchaba mi papá que porque alguna vez fuera a comprarme un CD. Básicamente escuchaba todo lo que escuchara mi papá. Me interesaba el valor de la música como entretenimiento, más que sus posibilidades emocionales; aunque siento que, sin darme cuenta, estaba recibiendo una inyección de emoción.

Entiendo, pero no creo que haya sido tan subliminal. Digamos que lo lindo de la música pop es que unifica lo emocional y el entretenimiento.

Sí. Había un montón de canciones que hablaban del sufrimiento; me gusta pensar que yo las apreciaba por la música, pero, ahora que dijiste eso, me parece que tal vez haya concordado a la perfección con mi opinión de entonces acerca de las relaciones amorosas. Carole King concordaba con esa opinión.

Aunque se supone que sos la reina del dolor, algunas canciones de tu último disco son definitivamente positivas.

Sí, es raro, porque, en especial durante estos últimos años he sentido que tenía que protegerme y encerrarme en una especie de cascarón para poder sobrevivir, y eso me negaba... la exuberancia. En la adolescencia creía que debía ser positiva, risueña, alegre y maternal con todas mis amistades y relaciones, y estaba segura de que nadie querría saber nada acerca del dolor o la dificultad que me aquejaban. Si escuchás los discos que hice cuando tenía entre 9 y 18 años, hay en ellos algunas referencias a ese padecimiento, aunque musicalmente son muy alegres. Tenía la sonrisa puesta, aunque no estuviera feliz. Durante estos últimos años, y en ciertas situaciones, ser positiva o sonreír fue una invitación abierta a que abusaran de mí. Daba la impresión de que diría que sí a todo; todos suponían que podía ser agradable a costa de mis necesidades. Es curioso: cuando se editó Jagged Little Pill debí mantener a muchas personas a una distancia prudente para poder sobrevivir. Y creo que se me fue la mano.

¿Te acordás lo que soñás?

Mmm... a veces tengo sueños recurrentes. Dos, en realidad. En uno voy corriendo y paso por casas, entro y subo escaleras y esquivo puertas vaivén y busco algo. El otro es un ascensor: a medida que asciende, el aire se va poniendo más denso (es como si el aire pudiera verse) y el edificio empieza a moverse. De pronto, se abre la puerta del ascensor en el último piso y hay un terremoto impresionante.

¿Y cómo interpretás esos sueños?

El de la carrera de obstáculos refleja que siempre —bueno, no necesariamente siempre, pero casi— estoy en una posición en la que debo sobreponerme a las dificultades. Se diría que soy de esas personas con las que te convendría estar si se incendiara tu casa. Me encanta encargarme de la gente, así que en esta carrera de obstáculos trato de encontrar alguna ruta por la que todos podamos transitar. Hace muchísimo tiempo que no tengo el sueño del ascensor. De todos modos, siempre había alguien en el último piso. No era que llegaba hasta arriba y estaba sola: siempre había alguien que —digamos— podía arrancarme de ahí y llevarme a un territorio seguro.

¿Alguien en particular?

Bueno, en uno de los sueños fue Paul Reiser (el actor de la serie "Mad About You")

¿Y cómo lo interpretás?

No sé... Paul parece amable y un tanto paternal. Y parece disfrutar de la vida. Supongo que me sentiría protegida a su lado. Es sexy, infunde seguridad.

Para vos, ¿qué es el apasionemiento?

No poder comer, no poder dormir, no poder dejar de pensar en alguien; que el corazón me lata más rápido.

Ah, sólo eso. ¿Tenés alguna pasión a la que seas adicta, vos, supuesta ex adicta al apasionamiento?

Había una persona de la que estaba locamente enamorada cuando escribí esa canción ("So Pure") y me esforzaba por negar ese sentimiento. Pero finalmente me dije que estaba bien, que estaba bien apasionarme y que no necesitaba pasar esa emoción por mi intelecto o por mí, entre comillas, conciencia psicológica; me dije que no necesitaba explicarlo, que podía sentirlo y listo, y que así estaba bien.

En "Are You Still Mad" comparás al hombre al que le hablás con tus amigas de 40 años. ¿Tenés muchos amigos de 40?

Miles

¿Y cómo compararías con el tipo en cuestión?

Las personas —en este caso los varones— que están en la Tierra hace cuarenta o cincuenta años conocen mejor algunas cosas que alguien que está en la Tierra hace veinte o veinticinco años...

Entonces, ¿por qué no te podés enganchar con tus amigos de 40 años?

Ya probé. Y el problema es que una parte de mí tiene absolutamente 16 años, y no quiero privarme de ella.

En "One" decís que abusás de tu poder. ¿Cómo es eso?

Ah, lo hago de modo sutil. Obtengo beneficios por ser conocida: puedo conseguir una mejor localidad en algún teatro o un descuento para algo, solamente porque reconocieron mi nombre.

¿Y te parece que eso es un abuso de poder? Sos demasiado estricta con vos misma.

En un punto me parece un abuso. Es aprovecharse del poder. Antes sentía que si alguien entraba en una habitación y me temía, preservar ese temor era una manera de protegerme; ahora me encantaría que si esa persona me teme al ingresar a esa habitación, se sienta mi par cuando la abandone.

Anote que quería preguntarte algo acerca de "So Pure", pero en realidad no tengo algo especial que preguntarte. Es que me gusta; es una canción muy alegre. Si yo fuera el público consumidor de discos, ése sería un éxito.

¿En serio? Por poco no la incluyo en el disco.

¿Por qué?

A veces... Me parece que te vuelve más vulnerable estar feliz que estar mal.

¿Seguís teniendo los mismos amigos que antes de "Jagged Little Pill"?

Mmm. La chica que vive conmigo es una amiga del colegio secundario y a mi otra amiga íntima, con la que siempre hablo, la conozco desde séptimo grado.

En general la gente comparte la casa antes de ganar dinero.

Exacto. Pero siempre sentí que sufrir era un requisito previo para vivir una vida excelente y satisfactoria. Ya sé, siempre pensé que sufrir era estupendo y que, si las cosas eran cómodas, entonces estaba haciendo algo mal. Compartir la casa me parecía algo demasiado cómodo. Sentía que sólo la dificultad conducía al crecimiento. A veces todavía debo luchar contra esa idea.

Min Udovitch

revista rolling stone, diciembre de 1998

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